Desde marzo del año pasado el COVID-19 ha cambiado por completo nuestras vidas a muchos niveles. Estos cambios y nueva forma de vida tan diferente a la anterior también han traído dolores o molestias que antes no experimentábamos.
Durante los últimos meses, hemos observado un aumento en los pacientes que experimentan dolor de mandíbula. Pensando en sus posibles causas lo primero que se nos viene a la cabeza es: el estrés, la ansiedad, la angustia o el miedo que nos provoca esta situación. Además del estrés, nos hemos dado cuenta de “algo” nuevo que nos podría estar afectando: nuestras “queridas” mascarillas.
Además de ser incómoda, dar calor y quedarse olvidada en casa cuando deberías llevarla encima, también podría provocarte dolor en cara, cabeza y cuello. Como nos van a acompañar durante un tiempo, vamos a intentar explicar cómo podrían estar generándonos problemas para comprenderlos e intentar evitar los dolores:
Comunicarse con una mascarilla puesta no es lo más fácil del mundo. Entre que puede no ajustarse del todo bien a la cara y que se desliza hacia arriba o abajo mientras hablamos, tendemos a cambiar la forma en la que movemos la boca o hacer gestos para recolocarla. Estos movimientos no habituales pueden crear tensión en los músculos de la cara.
Podría llevarnos a respirar por la boca en lugar de por la nariz. En reposo, deberíamos respirar principalmente por la nariz porque filtra y calienta mejor el aire que estamos respirando y permite que nuestra mandíbula permanezca en una mejor posición de reposo. Cuando respiramos por la boca, la mandíbula se mantiene ligeramente abierta y esto puede provocar que se desarrolle tensión en la zona.
La mayoría de las mascarillas tienen gomas que van hacia detrás de las orejas. Por esa zona pasa el nervio auriculotemporal, que es una rama del nervio trigémino. Si las gomas comprimen esa rama nerviosa, podría producirse dolor en la zona facial.
Para prevenir el posible dolor que podrían provocar os damos tres consejos sencillos como son:
Asegúrate de que la mascarilla se ajusta bien a tu cara. Que no apriete la cara demasiado y que te deje respirar lo más cómodx posible para poder respirar por la nariz tranquilamente y que no tengas que andar moviendo la mandíbula para que no se escape la mascarilla.
Las mascarillas que se atan en la cabeza o los enganches “salvaorejas” pueden ser útiles, pero no son cómodos para todo el mundo.
Vigila que respires por la nariz y que la mandíbula permanezca relajada.
¡Fisio! Te podemos ayudar identificando las causas, dando herramientas (como pautas de relajación de la zona) para gestionarlas y tratando los posibles dolores que aparezcan.
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